Ni que tiene decir que no es fácil acostumbrarse a una cultura distinta de la suya. Tantas cosas pueden ser diferentes – el clima, la comida, la lengua, las costumbres, la mentalidad – que darían vértigo a un derviche.
Además, muchas personas se ven obligadas a emigrar después del trauma de una guerra en su patria. Si vienen de un país de habla francesa, los jovenes inmigrantes a menudo se inscriben en la escuela donde enseña mi hijo. Por ser jovenes, se acomodan en seguida a las circunstancias, pero a veces, al principio, se confunden.
Una vez, el día anterior de las vacaciones de Pascua, uno de los profesores – como sabía que los estudiantes no tendrían ganas de trabajar – trajo a clase algunos disfrazes de conejito de Pascua, y ocultó huevos de Pascua en varios sitios por la escuela. Para su gran sorpresa, aun los estudiantes en grado diez se empaparon en el ambiente de fiesta, incluso un adolescente que había llegado, unos meses antes, de camerún.
Trabajaba mi hijo solo en una clase cuando irrumpió ese muchacho. Tenía una cesta en la mano, su hermosa piel morena destacaba sobre su traje blanco de conejito, y estaba tan entusiasta que mi hijo no tuvo valor para decirle que el conejito de Pascua no suele decir “Ho, ho.. ho…”