Antes de Navidad, compré en esa gran tienda de lujo, Holt Renfrew, una bata de seda para mi hija. Aún al precio rebajado me costó un ojo de la cara, y entregué a la dependiente mi tarjeta de débito con una mano temblorosa. De regreso a casa, me disgustó ver que mi paquete estaba mal envuelto, con papel que parecía usado, pero lo deje a un lado para no pensar más en mi prodigalidad.
Una semana más tarde, al recibir del banco mi estado de cuenta, vi que la transacción en Holt Renfrew no había tenido lugar. Hesité un buen rato, pero al fin telefoneé a la jefa del departamento , que pareció asustada de mi honradez. Sin embargo cuando le dije dos palabras sobre el papel de embalaje, se subió a la parra y me dijo : “Eso no es posible. En Holt Renfrew no solemos emplear papel usado.” Vamos a ver, pensé, sin decir más.
Al día siguiente, fui a la tienda para pagar y para mostrar mi paquete a la jefa, que cambió pronto de tono. Rebajó el precio de otro cinquenta dólares y pidió a un subalterno que le envolviera de nuevo. Ese hombre también pareció asustado di mi probidad, en efecto tan asustado que temí estar un poco blando del cerebro. Me sentí un poco mejor sólo cuando me dijo, espontánemente : ” Este papel parece usado. ”
Más tarde, reflexionando sobre ese incidente, me pregunté si haber pagado no era una tontería . No obstante, me decía que una concienca tranquila vale mucho más que el dinero. ¿ Y Cómo habría podido regalar a mi hija una bata casi robada ? Telefoneé a mi hija y le relaté la historia. Estaba segura, debido a su buena educacíon (aunque no debería decir eso yo misma) que estaría de acuerdo conmiga.
“No me digas que has pagado mamá, ” me dijo. Piensa en todos los otros regalos que habría podido comprarme con el dinero economizado.” Su reaccíon no era muy reconfortante, y me pregunté quién la había criado.
Trop drôle. Conflit de génération !