Mi cuñado en la isla francesa era el primero a irse de la isla para unirse a las fuerzas ingleses, en su caso la “R.A.F.” Se hizo navegador en vez de piloto cuando descubrió, a su sorpresa, que era daltoniano.
Volvió de la guerra sano y salvo, pero todavía daltoniano. Con sus ahorros se compró un coche que creía de color beige, pero que era tan amarillo como un canario. No obstante, se río de su error, porque a mi cuñado le gusta reírse de todo, incluido de sí mismo.
Quizás era por eso que hacíamos tan buenas migas. Además sabía venir a mi ayuda cuando hice errores en francés. Una vez me di cuenta que acababa de salir, en toda inocencia, algo obsceno. Me puse roja pero mi cuñado me dijo : “No te preocupes. Muchas veces he metido la pata también. En Inglaterra fui al detista y le dije : “My tits are bleeding “.
Otra vez mi cuñado me hizo echarme a reír en plena iglesia. Había en la isla una mujer que siempre iba criticando a las muchachas solteras y embarazadas. Ahora iba de boca en boca que su propia hija soltera estaba embarazada y a dos dedos de dar a luz, por colmo, a gemelos. En Navidad esa mujer subió al púlpito para leer la epistola. Al escucharla leer, “Hay uno a quien estamos esperando”, mi cuñado, con un gran codizo, me dijo : “no uno – dos. ”
Hace diez años mi cuñado recibió una carta del gobierno inglés pidiendole que viniera a Londres para recibir una medalla de manos de la reina Elizabeth. Le puse un telegrama de felicitationes en lo cual le recomendé que la manera correcta de dar las gracias a la reina era con la frase : ” My tits are bleeding.” Después de enviarlo, me inquietaba, porque sabía que era capaz de decirlo y reírse después.