Los Velatorios

Nunca había visto nada igual a esa vela irlandesa. Los dolientes, casi todos borrachos, se reían y charlaban a gritos. La oración fúnebre del cura, sobre los fuegos del infierno esperando a los pecadores, hizo reír muy fuerte a la gente. Muy fuerte también era la música de los tambores y de la gaita irlandesa. Diríase más bien una velada que una vela, y hasta el muerto él mismo se levantó para participar en el festejo, cada vez que uno de los dolientes lo había regado con whisky.

Sí, el muerto se levantó, porque no se trataba de una verdadera vela, sino una representación que tuvo lugar en una taberna, para honrar la memoria del autor irlandés, James Joyce, y una de sus obras : La Vela de Finnegan. Según dije, nunca había visto cosa igual, pero parece que las antiguas velas en Irlanda eran mucho más pendencieras. A veces ponían asiento al muerto en una silla, o lo tomaban en los brazos para “bailar” con él.

Cuando murió mi abuela, en Nueva Escocia, hubo un velatorio en su casa con mucha gente charlando y bebiendo, y sin duda alegrándose de que todavía no fuera su proprio turno, pero era muy tranquilo comparado con la vela arriba. Cuando murió mi madre, también en Nueva Escocia, velamos en un funeraria y no toda la noche, como en el pasado. El velatorio, de hecho, había llegado a ser algo bastante serio e insípido.

Sin embargo, no faltaron por completo momentos divertidos. Cuando fui con mi hermana a mandar coronas, la florista nos preguntó irreflexivamente, “Will the lady be waking tonight?”. Para no ponerla en un apuro, reprimimos nuestras sonrisas y también la respuesta que ambas teníamos en la punta de la lengua: “Eso no nos parece muy probable”,  – porque aquella vez no era una mera representación.