Me cuesta admitirlo pero muy a menudo he tenido dificultades para enterderme con mi hija. De niña era turbulenta y volátil. El colmo era que nunca sabía lo que diría en público. Aquí está un ejemplo algo verde.
Un día descubrí un hoyo en el linóleo del cuarto de dormir, y eché la culpa a mi marido. Inmediatemente mi hija corrió a casa de mi cuñada para decirle : “Papá ha hecho un agujero a mamá en la cama.”
¿Se trataba de herencia o ambiente ? Encontré la respuesta un día cuando me acordé de una anécdota que mi madre me había contado. Cuando era niña yo misma, mi madre me llevó a visitar a una buena amiga suya. Al ver a su niño, de pelos rubios y erizados, dije : “Este niño se parece a nuestro viejo gato macho.” Y cuando su amiga (si todavía era una amiga) horneaba la tarta que había preparado para nosotros, salí : “Yo no voy a comer esta tarta. El niño está sucio y ha metido el dedo adentro de la pasta.”
Pensando en ese incidente, me dí cuenta que la causa de mis problemas con mi hia es que tenemos el mismo carácter. Al principio mi hija rechazó con indignación esta idea, pero ahora admite que nuestros temperamentes son muy semejantes. Yo veo, sin embargo, una diferencia. Su carácter ha mejorado en estes últimos años, pero el mío ha empeorado.